lunes, 22 de diciembre de 2008

La alegre irrealidad o viaje al país de los sueños

Últimamente tengo flashes y alucinaciones que no sé muy bien de donde vienen, si son soñadas o reales. Muchas veces, una situación que me pareció soñada, resulta ser real, bien porque me la recuerda alguien que la vivió conmigo, bien porque me la recuerda algo que encuentro. Son pequeñas tonterías pero descolocan cuando te pasan. Por ejemplo, era perfectamente consciente de haber comprado una jarra de agua bastante grande pero no lograba encontrarla en el único lugar en el que podía estar: la cocina. Así que empecé a dudar de mi propia mente y concluí que en realidad, jamás había comprado dicha jarra y santas pascuas. Un día, encontré una pieza de la jarra en el congelador, ergo… la susodicha tenía que estar en casa. Finalmente tuvieron que encontrarla por mí ya que fui completamente incapaz de hallarla. Otro día, mi propia madre recordó un incidente que, de puro absurdo, parecía soñado: estábamos en una cafetería que no recuerdo y se sentó junto a nosotros un chico alto, con barba y gafas de pasta que abrió un ordenador portátil. No tardaron ni tres segundos en llegar las camareras para indicarle que estaba prohibido usar el ordenador en el bar. Ahora recuerdo que aluciné en colores, que me indigné, que hasta lo comenté con mi madre. ¿Qué sería de las cafeterías emblemáticas de Madrid si se hubiera echado a los escritores con Olivetti? ¿Acaso voy a tener que buscar cafeterías de política y manga algo más ancha para poder empezar, desarrollar y terminar mis escritos? ¿Y por qué coño no recuerdo que cafetería fue para no volver nunca?

Últimamente recuerdo con fuerza un sueño en el que yo no era yo y sin embargo me veía muerta. Obviamente, es un sueño porque muerta, no estoy, pero el recuerdo es tal, la grabación en la retina es tan real, que a veces, en ese duermevela que precede al sueño profundo, me sobresalta la imagen de mi muerte desde el recuerdo de la persona que fui en ese sueño. Y entonces tengo que incorporarme, encender la luz y comprobar que mi corazón late, que mi tórax inspira y que, efectivamente, si, será otra larga noche de insomnio.

Quien sabe. Quizás si esté muerta después de todo y estos recuerdos no son más que el fruto de los sueños de una persona desconocida que sueña conmigo.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

La Niebla-Luna

Llevaba unos días extraños, casi diría que melancólicos. Estaba sensible por y para todo: las conversaciones, las películas, la música… Todo lo que entraba por sus ojos quedaba grabado en sus retinas, sus oídos, su piel. Ese día fue un paisaje que de por si, no tendría nada de hermoso, y sin embargo, le transmitió calma y serenidad pero también una conocida sensación de angustia.

Iba en la moto, hacia la facultad, una amazona concentrada en el tráfico de Madrid. Un tráfico horroroso, denso, con conductores que están entre dormidos y con mala hostia. Llegó a Ciudad Universitaria y se paró en un paso de cebra. Un paso de cebra que se colapsa todas las mañanas, como si fuera la Gran Manzana. Un río de gente, cruza y se distribuye hacia sus lugares de estudio, sus puestos de trabajo. El cruce es atravesado por decenas de coches que se dirigen a la carretera de La Coruña. Tras un tiempo que pudo ser más o menos largo, se unió a ese río como un afluente más y fluyó hasta esa carretera donde la apabullaron montones de coches y gigantescos autobuses. Y de repente, esa mañana, al tomar el desvío hacia su facultad, se dio cuenta de lo solitaria que era. De repente, ya no estaba en el caos y estaba en el orden. Había abandonado un mar airado para acabar en un embalse desierto. Y mientras tomaba, con mucha calma, la curva que lleva al empedrado que precede a su facultad, se fijó en la niebla que cubría la carretera, las colinas, el parque, el mismo adoquinado. Y le fue transmitida una tristeza serena, plasmada en ese paisaje que solo contemplaba ella, a menos de 50 metros de la vorágine que se tragaba a esa masa de gente embrutecida, incapaz de levantar la mirada y fijarse en algo tan simple como la niebla.

Y esa noche, al regresar, no había niebla. La tristeza serena y gris matutina había sido sustituida por una luna enorme, blanca, brillante, que se recortaba contra un cielo negrísimo, al que lanzaban luz cientos de farolas, miles de comercios, millones de ventanas.

Llegó a casa, se quitó el abrigo y acarició al gato que se frotaba insistente contra sus rodillas. Logró caminar hasta su cuarto, cerrar la puerta y sentarse en la cama justo un instante antes de romper a llorar sin poder quitarse de la cabeza la imagen de esa luna tan redonda, tan llena, tan brillante y tan sola que llenaba el cielo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Comodín

Hay días en los que es mejor no levantarse y otros en los que levantarse, es lo mejor del día. Hoy es uno de esos días que pasarán sin pena ni gloria.

Llevo varios días con una hiperactividad extraña que se que evita que me derrumbe pero que, a ciencia cierta, no durará mucho más. ¿Y qué es lo que pasa cuando esa actividad irreal se acaba? Pues depende. Generalmente, que no hay ganas de levantarse, aún cuando, probablemente, haya algo maravilloso esperando ahí fuera, algo que el bajón intentará arrebatarme impidiendo que me levante.

Hace unos días me dijeron algo precioso: "Tú no eres el segundo plato y nunca lo serás, nena. Tú siempre serás mi comodín". Comodín... Para mi ha sido la definición de mi persona más acertada que han hecho nunca y un piropo bellísimo y es que, ¿qué es un comodín? Es la carta salvadora, la chica para todo, la que puede hacer ganar a una combinación perdedora, la que se retira antes de empezar a jugar, es la firma del Jocker... Saber que para alguien eres su comodín, con todas las connotaciones que esa palabra lleva consigo, me hizo sentir genial en un día en que pensé que era mejor no levantarse.

lunes, 20 de octubre de 2008

¿Pasado?

Ya sé donde estaba el problema. Por qué no me entendías. Que se haya muerto no es pasado sino presente. Es presente que él no está.

viernes, 17 de octubre de 2008

La Selva Violada

Esta noche he soñado que estabamos en una isla desierta, de arena blanca, mar verdeazul y palmeras. Muchas palmeras, verdes y altas. Con cocos. Cocos de carne blanca, llenos de agua helada. Había animales monstruosos, amenazadores y fantásticos. E insectos gigantes y mariposas de colores que seguro eres incapaz de imaginar. He pasado días, meses, años en esa playa y he corrido desnuda bajo el cielo, me he bañado en sus aguas cristalinas y calientes. Si llovía, había que refugiarse bajo hojas de palmera y si quemaba el sol, protegerse en la espesura de la selva, siempre pendiente de los rugidos de las bestias, de recoger la propia comida con las manos: pescar, recoger fruta…

Recuerdo perfectamente los jirones de nubes en el cielo, las olas rompiendo en la orilla, las rocas cortándome los pies. Me han picado mosquitos feroces e incluso me ha arañado una hembra furiosa de jaguar moteado (me acerqué demasiado a su cachorro). He importunado a monos, venados, cangrejos y arañas y me he llevado más de un susto frente a seres que nunca antes habían conocido la presencia humana.

No sé porqué, pero de todas esas maravillas, solo me quedo con una idea. Esta noche, he soñado contigo.

lunes, 13 de octubre de 2008

Nunca

- Tienes que aprender a estar solo.


¿Solo? ¿Qué tenía qué? Solo, decía. ¿Y qué pensaba él que era estar solo? ¡No tenía ni puta idea! Sólo tenía un ideal.


- … disfrutar del placer de tomar una taza de té en un café solitario, leer un libro en una mesita con tapete…


¿Con tapete? ¿Un café? ¡Pero que ristra de sandeces! ¿Qué sabía él? ¿Qué coño sabía él lo que era estar solo? ¿Ir a disfrutar de una lectura a una terraza?¡Ja! ¡Así todo el mundo quiere estar solo! Pero, ¿y la soledad? ¿También la idealizaba? ¡ No tenía ni idea, coño! Nunca jamás se había molestado en entenderle y nunca jamás le entendería.


- … e ir al cine y arrellanarte en tu butaca, solo, con un enorme cartón de palomitas, para ti solo…


¡Cómo se le llenaba la boca con la sola palabra! ¡Como se atrevía! ¡Él! ¡Él, que nunca estaba solo, siempre rodeado de gente! Nunca se sintió lleno de angustias ¡Él, que nunca había sufrido en sus carnes esa sensación! Soledad, angustia, abandono…


- … y ya verás. Ya verás lo bien que te sientes. Estarás en paz, por una vez en tu vida, solo, que no sabes estar solo, siempre con la necesidad de ser amado…


No pudo continuar. Una garra le atenazó el gaznate, le robó el aire. Unos ojos, inyectados en locura observaron como alcanzaba por fin su ideal. Sus ojos desorbitados, sus uñas arañando carne, desesperado. Por un instante pudo sentir el pánico, la ansiedad, el dolor en el pecho y luego… Luego nada. Quizás pudo sentir la soledad.

jueves, 9 de octubre de 2008

Carta

Ante todo, Papá, quiero decirte que te quiero. Quiero a todo tu ser, entero, con tu cara de pillo, tus andares traviesos, tu alter ego maligno.

Quiero recuperar a mi Papá. Quiero ir a por piñones. Quiero aburrirme viendo museos. Quiero que vuelvas al cine, a emocionarte con el séptimo arte. Quiero que vuelvas a dibujar, a pedirme opiniones. Quiero volver a ver luz azul saliendo por debajo de la puerta de tu cuarto, escuchar jazz y bandas sonoras amortiguadas por la pared.

Quiero verte bailar con Mamá, que me subas en tus pies y demos vueltas. Quiero que me regales un gato, que me veas avanzar en la carrera, que celebremos su fin.

Quiero refugiarme en una caja de cartón mientras leo una novela y hacerme la despistada cuando veo que me observas por el quicio de la puerta. Quiero que me abraces, que me beses, que me pinches con tu barba, que me consueles cuando lloro, que vivas mi primer desamor.

Quiero oirte quejarte del conflicto palestino-israelí, de Bush, del PP, del PSOE, de lo mal que lo hacen los de IU y los Verdes...

Quiero regañarte porque fumas, decirte que es malo y que lo dejes por mi otra vez.

Quiero ir a comprar cuadros. Quiero que te enfades con mis zapatillas.

Te quiero conmigo. Quiero recuperarte. Quiero que vivas. Te quiero aquí.