Esta noche he soñado que estabamos en una isla desierta, de arena blanca, mar verdeazul y palmeras. Muchas palmeras, verdes y altas. Con cocos. Cocos de carne blanca, llenos de agua helada. Había animales monstruosos, amenazadores y fantásticos. E insectos gigantes y mariposas de colores que seguro eres incapaz de imaginar. He pasado días, meses, años en esa playa y he corrido desnuda bajo el cielo, me he bañado en sus aguas cristalinas y calientes. Si llovía, había que refugiarse bajo hojas de palmera y si quemaba el sol, protegerse en la espesura de la selva, siempre pendiente de los rugidos de las bestias, de recoger la propia comida con las manos: pescar, recoger fruta…
Recuerdo perfectamente los jirones de nubes en el cielo, las olas rompiendo en la orilla, las rocas cortándome los pies. Me han picado mosquitos feroces e incluso me ha arañado una hembra furiosa de jaguar moteado (me acerqué demasiado a su cachorro). He importunado a monos, venados, cangrejos y arañas y me he llevado más de un susto frente a seres que nunca antes habían conocido la presencia humana.
No sé porqué, pero de todas esas maravillas, solo me quedo con una idea. Esta noche, he soñado contigo.
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