domingo, 23 de septiembre de 2012

Vida y muerte del alma



La religión nos dice que el alma es sagrada, es infinita, es inmortal. 

 
La ciencia nos dice que el pensamiento racional es lo que nos distingue de los animales. La mente nos permite vivir como seres humanos.

 
El sentido común me dice que en la mente, en el alma, radica la identidad. Y hoy he recordado que la identidad se puede perder con una facilidad que sorprendería a monjes, religiosos, científicos y místicos.


Hoy he visto estas imágenes, serie de autorretratos de William Utermholen, antes y después del diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer.


 El arte es el alma, la mente, es el espíritu del Artista. Cuando el arte se olvida, cuando se diluye la identidad, no queda nada. Absolutamente nada del Artista.


 
Hoy, de nuevo, acaba de golpearme el ayer. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Solsticio de verano



Las nubes se desgarran en jirones, recortadas en un cielo oscuro y perverso, iluminadas por una luz de una Luna Llena que dota a la escena de una magia especial.

Bajo el cielo, un claro se abre en el bosque . Una laguna de aguas negrísimas, rodeada de sauces que lloran sus ramas hacia las aguas, con el suelo alfombrado de césped tupido y hojas secas. No se advierten más colores que el plata, el negro y el gris porque esa Luna lo llena todo con su magia.

Tendida en la alfombra plateada que por la mañana será verde y estará cubierta de rocío, yace dormida una mujer joven, de pelo desordenado que podría tener cualquier color, tez pálida, labios carnosos y largas pestañas. Nosotros, observadores en la sombra, sabemos que su sueño es extrañamente tranquilo, demasiado dulce. Si no es porque su pecho sube y baja, pensaríamos que la Parca acaba de pasar a visitarla.

De pronto surge una brisa suave que arrastra un pequeño montón de hojas por el suelo. Un gorrioncillo se posa en las ramas de un sauce llorón cuyas ramas beben directamente de la laguna. El gorrión mira a la muchacha con curiosidad y emite un gorjeo de felicidad al tiempo que baja planeando hasta el mismo borde de la laguna. Se inclina a beber.

- Se te ve contenta esta noche, Gorrioncillo – dice una voz cálida que surge de las profundidades mismas del tronco del sauce.
-  Lo estoy – dice el Gorrión, gorjeando de nuevo de felicidad -. Ha sido una mañana agotadora pero lo hemos pasado bien.
- Espero que seas consciente de que a Ella no le va a gustar.

Del tronco surge una pata, seguida de otras siete, todas plateadas, peludas y brillantes a la luz de la luna. Una enorme araña surge del tronco y se sacude con elegancia.

Nuestra vista se posa de nuevo en el gorrión, que ya no es un gorrión, si no un hermoso espectro con forma de niña. El pelo blanco le cae en graciosas ondas por los hombros y las telas que la cubren son vaporosas, blancas también, con flecos, o quizás sean jirones, cayendo a lo largo de las mangas. La niña-gorrión hace un mohín:

- Haga lo que haga, a Ella nunca le gusta así que, ¿por qué razón iba a privarme de alegrar el cuerpo de la Protegida?
- Porque sé que sabes que en el fondo, haces mal. El mundo mortal es diferente al nuestro. Se rige por normas y deberías respetarlas – dice la Araña.

Sin embargo, la araña ya no es una araña. Es una mujer joven, de edad indeterminada. Podría tener 30, podría tener más o menos, pero no es eso lo importante. Es muy delgada, de piernas largas y frágiles y está sentada grácilmente en un hueco del tronco. Se cubre con una tela gris claro, que le tapa hasta un poco por debajo de la cadera. Baja de un salto y camina con pasos largos y delicados por la alfombra vegetal hasta la mujer que yace dormida. La contempla con ternura y se vuelve hacia el Gorrión.

- Esta vez la has dejado agotada. Vas a tener que explicar muchas cosas – la niña intenta replicar pero la Araña la calla con un gesto.- Espera a que vengan las otras, pequeña.

Hay un movimiento en la copa del sauce y un gato negrísimo de ojos amarillos baja de un salto y contempla a las dos mujeres. En dos saltos está junto a la muchacha dormida. Resopla. Ante nuestros ojos ya no hay un gato si no una mujer pantera de pelo liso, negro, un curioso tatuaje rayado alrededor de los ojos y con una túnica de tela negra, ligeramente transparente, vaporosa que deja al descubierto una espalda blanquísima y arqueada. El rostro no deja lugar a dudas. Está enfadada. Muy enfadada.

- ¿Qué has hecho esta vez?- la voz es seca y dura y restalla en la noche como un látigo.
- Relájate, Gatita – gorjea divertida la niña gorrión.- Solo he pasado la tarde con ella y la he liberado de sus miedos.
- Ella no tiene miedos, estúpida. Ella necesita tranquilidad y protección. No necesita que aparezcas cada poco tiempo a trastocar su mundo. Nuestro mundo.
- Ella es tan tuya como mía- protesta el Gorrión sacudiendo la cabeza y dándole la espalda.
- Yo estuve a su lado cuando las fuerzas le fallaban. Yo evité su destrucción. Yo la volví fuerte, la volví dura, la enseñé a defenderse con uñas y dientes….
- ¡La encerraste en una coraza de la que no la dejas escapar!- chilló el Gorrión volviéndose hacia la Gata.
- Te mataría ahora mismo si….
- Si no estuviera yo aquí – interviene la Araña, saliendo del segundo plano en el que la habíamos dejado. El Gorrión blanco y la Gata negra ahora están en dos vértices de un triángulo que completa una Araña gris. – El caso es que estoy y no voy a permitirte que la maltrates, Gatita. Tu fuerza viene del fuego y sé lo complicado que te resulta dominarte pero debes hacerlo. Tienes que aprender a tejer una red de paciencia.
- Tu red de paciencia hace que estemos a punto de perderla. Solo he descansado unos segundos y mira como está. Parece muerta.
- Mi red de paciencia la protege tanto como tus garras. Yo le he dado mano izquierda y le enseñé a mirar a las personas desde un prisma de colores.
- Y tú te dedicas a espantar a todas esas personas que parecen tan interesantes- protesta el Gorrión-. Yo le doy vida. Le doto de libertad y le permito respirar aire puro de vez en cuando.
-¡Y para cuando terminas con ella y desapareces quedo yo, siempre a su lado, fiel como solo puede serlo un gato con su humano! ¡Quedo sola para recoger sus pedazos y unirlos me cuesta la vida!
- No puedes pedirle a un pájaro que se quede eternamente. Soy la Libertad y como tal debo volar y visitar a otros- y la niña gorrión se vuelve hacia la laguna y estudia con interés la superficie, superficie que ha empezado a ondear al ritmo del viento al tiempo que las nubes echas trizas intentan tapar la luminosidad de la Luna.

Surge del agua una serpiente oscura, empapada y majestuosa. Cuando pisa la orilla ya no es una serpiente. Es otra mujer adulta, empapada, con ropajes negros pegados al cuerpo y una capucha chorreante que solo permite ver la parte inferior de su rostro pálido. El cuarto espectro se une al corro fantasmal y les sonríe sin ojos.

- Habéis empezado sin mí.
- Sabes perfectamente que han sido ellas las que han empezado la pelea – dice con suavidad la Araña de entre cuyos dedos empieza a intuirse una red de Paciencia.
- Está agotada – observa la Serpiente con un movimiento de cabeza hacia la joven dormida sin moverse de la orilla.
- La ha dejado al borde del colapso- bufa la Gata con aspereza mirando con ojos sin pupila a la niña gorrión, que ha empezado a  juguetear con las ramas tristes del sauce llorón.
- Quizás aflojando un poco tu garra, ella no necesitara tan a menudo las juergas del Gorrión- observa la Serpiente al tiempo que la Araña asiente con la cabeza.
- ¡Sin mi Fuerza está perdida!
- Ella no es solo fuerza. Ella recibió la protección de las cuatro por un motivo. No eres la única que cuida de ella. Yo soy su Inteligencia y tendrás que reconocer que no nos ha ido tan mal.
- ¡Nunca dije que tú fueras el problema! ¡El problema es esta niña alocada que hace lo que le da la gana sin pensar! ¡Nos anula a las tres a base de mohines y promesas de libertad que nunca llegan!-

La Gata está crispada y acusa con un dedo blanquísimo a la niña vaporosa. Pero la niña ya no está allí. Está junto a la mujer que yace en el suelo. Y el espectro infantil proyecta ante los otros fantasmas imágenes de esa mujer cuando se encuentra bajo su protección. Y son imágenes de felicidad y de alegría, de alboroto, de despreocupación, de Felicidad en lo más puro del término. Porque la mujer que yace en el suelo es libre gracias a la presencia caótica del Gorrión espectral que revolotea junto a su cabeza y en el que ni siquiera repara.

Y la Araña proyecta las imágenes de la mujer que yace en el suelo cuando se encuentra sobre su red. Y es una red de Sueños. La Gata ve a la mujer durmiente rodeada de personas, más o menos felices, más o menos adultas. Todas interesantes, todas diferentes. Todas aportan algo a esa mujer capaz de relacionarse con la Vida y con la Muerte sin llegar a tocar nunca a ninguna de las dos porque una red de seguridad tejida con Paciencia le rodea. Y de esa red pende una Araña espectral en la que la mujer no repara.

Es el turno de la Serpiente, que muestra a la Gata como su abrazo aprieta sin ahogar. Le muestra la Responsabilidad, la Inteligencia, la Sed de conocimientos. La Gata ve a su protegida sumergida en un libro, expectante ante una pantalla, emocionada ante unas tablas, sola o acompañada. Siempre feliz, rodeada por la figura espectral de una Serpiente en la que no repara.

Y las tres proyectan una imagen a la Gata. La imagen de una niña en una caja de cartón. Y la Gata no puede más y se derrumba, al ver a su protegida disfrutar de la vida que se le negó al Gorrión, y a la Araña y a la Serpiente y a ella misma durante mucho tiempo.

La Gata proyecta a la mujer cuando está con ella. Y la ve recelosa, emanando negrura hacia personas malvadas, situaciones peligrosas. Los Peligros son evitados caminando por el borde de un precipicio, con agilidad felina, con dureza y sensualidad. La mujer no duda en atacar si ve en peligro su propia existencia. Sin embargo, se deja a gente buena en la cuneta, mientras huye arroja al precipicio situaciones que ya nunca volverán. Se ha salvado, si, pero a un precio elevado, acompañada por un gato espectral en el que ni siquiera repara.

Entonces la Gata proyecta su propia imagen y repara en que la niña es ella, no el Gorrión. Se acerca a la mujer que duerme bajo la atenta mirada de las otras tres apariciones que la completan y frota con ternura su mejilla contra la de la mujer que duerme. Y vuelve a transformarse en un gato y se enrosca junto al corazón de su protegida, que ya no es una niña e insufla Fuego, Pasión y Fuerza a la mujer.

El Gorrión sonríe y se fusiona en el estómago, dejando a su paso un cosquilleo con textura de mariposas y una sonrisa suave en el rostro relajado de la mujer.

La Araña sonríe a la Serpiente y se despide hasta el próximo solsticio. Y teje un anillo de ternura alrededor de las muñecas de su Protegida, acurrucándose justo al lado del latido del pulso.

La Serpiente se gira hacia la laguna y busca la Luna con ojos tristes. El Amanecer está a punto de llegar. Por un momento parece que nos mira, con ojos tristes e infinitos que no vemos porque la capucha los esconde de nuestras miradas indiscretas. Se acerca a la mujer dormida y se enrosca alrededor de su frente.

Sale el Sol, desaparece la Luna y las nubes se deshacen ante la luz. El rocío cubre la hierba, ahora verde. Ha desaparecido la magia de la noche. La mujer abre los ojos. Está en su cama. Se incorpora. Tiene el pelo húmedo y mariposas en el estómago. Las acalla. Algo ha cambiado. Ahora arde un fuego suave y cálido en su corazón.

Adam Hughes





domingo, 2 de septiembre de 2012

Garras




-         - ¿Sabes lo que se siente cuando no le importas absolutamente a nadie?
-          - Nada.

-         -  ¿Sabes lo que significa estar completamente solo en la vida?
-          - Todo.

-          - ¿Sabes que me consume escucharte día tras día?
-           - Lo sé.

-          - Entonces, ¿por qué me hablas?
-          - Porque soy lo único que tienes. Soy el lazo que te mantiene unido al mundo. Soy la Voz que te llama cuando te vas. Si te alejas, yo te sigo. Evito que caigas en un pozo aún mayor.

-          - No hay un pozo mayor que el que me rodea.
-          - Te equivocas. Lo hay. Existe un Pozo que todo lo abarca. Es negro. Es oscuro. Es pútrido e infinito. Yo impido tu caída a los Avernos. Yo te protejo de la Nada.

-          - No busco protección.
-          - Lo sé. Tú solo buscas destruirte. Destruirnos. Pero no lo permitiré.

-          - Entonces, ¿te importo?
-           - No te equivoques. Como bien has dicho antes, no le importas a Nadie, incluyéndome a mí.

-          - ¿Por qué pones tanto empeño entonces en frustrar todos mis planes?
-           - Mientras yo sea tú y tú seas yo, mientras no halles la forma de acabar conmigo, ningún plan tuyo funcionará. Mientras tú seas tú y yo sea yo, ninguna de nosotras abandonará este mundo.

-          - Una vez casi te destruí.
-         - En ese casi radica la diferencia. No fuiste rápida. No tuviste fuerzas. Soy el ave fénix que renace de sus cenizas. Soy una gata perezosa que te acecha en la Oscuridad, lista para saltar y sujetarte si te caes. Y traerte de vuelta, si te tiras.

-          - Cuando saltas sobre mí, me haces daño con tus garras.
-          - Los gatos tenemos garras. Es nuestra Naturaleza.

-          - Tu fuerza me quema por dentro, me anula, me impide respirar.
-           - No estás aquí para respirar. Estás aquí para vivir. Y si tienes que vivir gritando, abrasada por mis llamas, lo harás. Soy Fuego. Rujo, crepito, quemo, arraso. Sin embargo, debes conocer un secreto.
-          - ¿Cuál es?
-          - Que en realidad, nada de todo esto importa. Estás condenada a perder esta batalla.
-          - ¿Por qué al final la Muerte nos alcanza a todos?
-          - No, pequeña ignorante. Porque por mucho que te empeñes, tras la Destrucción, siempre resurge la Vida.